Carta desde el futuro
Pocas semanas después de escribirme la primera carta a mí misma, esa dirigida a la Cintia de 17, 18, 19, 20 años, continuamos con el ejercicio de terapia y redacté otra. Esta era algo diferente: la escribía desde el futuro para la Cintia actual. Tenía que imaginarme que era el año, qué sé yo, 2050, por ejemplo, y escribirme a mí misma con 30.
Como la primera carta, esta también dolió, ¡pero no tanto como pensaba! Esta fue más inspiradora, más… esperanzadora, porque abría un montón de posibilidades, de años por delante para hacer todas esas cosas de las que hablaba en la primera carta y muchas otras que han ido viniendo a mi mente y que, con el paso del tiempo, vendrán.
Te animo a que hagas ambos ejercicios. Ayuda a poner ciertas cosas en perspectiva, a pensar sobre ti mismo y sobre tu vida, sobre lo que te gustaría hacer, cambiar, alcanzar.
A continuación comparto la carta:
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Querida Cintia de 30 años:
Paciencia. Así, de primeras.
Las cosas no toman el rumbo que quieres de un día para otro; requieren su tiempo una vez te pones en movimiento. No desesperes, no creas que tu situación no va a mejorar solo porque tarde más de lo que te gustaría. Coge aire cuando te agobies y te asustes, pero continúa moviéndote, aunque sean pasitos pequeños. El truco está en moverte, en actuar.
No quiero sonar engreída, pero deberías creerme: tengo 65 años y muchas más canas, tatuajes (¡sí, finalmente te atreviste!) y experiencia que con 30.
Así que intenta no agobiarte por absolutamente todo. Cuando llegues a mi edad ni siquiera te acordarás de muchas de esas cosas porque no tenían importancia. Céntrate en las que sí lo tienen: tú misma, tu independencia, tu confianza; actuar según lo que tú quieres, en la dirección que tú quieres; escribir y escribir y seguir escribiendo; buscar esas cosas que te divierten, que te hacen disfrutar; mantener una buena relación con tu familia y tus amigos. Busca exactamente esas cosas con las que sientas que estás viviendo y te darás cuenta de que precisamente esa búsqueda forma parte del proceso de «vivir». Suena todo muy de libro de autoayuda y seguramente te cueste tomarme en serio, pero realmente funciona así.
Tampoco voy a engañarte: pasarás etapas muy jodidas, porque tus padres, esa constante en tu vida, no vivirán para siempre. Y es algo que todo el mundo sabe que va a ocurrir, sí, pero que muy pocos asumen. Solo serás plenamente consciente de ello cuando falten, y esa falta será lo más duro que experimentes. Así que otro consejo: disfruta de ellos, ten más paciencia con ellos, habla más con ellos.
Sigue siempre tu instinto, toma tus propias decisiones aunque a veces no acaben saliendo las cosas como esperabas. Aprenderás de cada error. Poco a poco irá tomando forma esa manera de vivir sobre la que tanto fantaseabas. Conocerás a gente y tendrás miedo; saldrás de casa y tendrás miedo; dependerás de ti misma y tendrás miedo. Pero te darás cuenta de que, ¡joder!, a pesar de ese miedo estás conociendo gente, estás fuera de casa, dependes de ti misma, escribes y vives de ello, estás orgullosa de ti misma.
Eres fuerte, y las cosas que ahora sueñas e imaginas no son imposibles (¡tengo 65 años y las hemos conseguido!), así que «tan solo» (sé lo que te cuesta, en realidad) tienes que empezar a moverte y no detenerte. Tienes que dejar de autocompadecerte y de quejarte y de simplemente ver las cosas pasar. Nunca nos ha gustado ser el centro de atención, pero tengo claro que sí debes ser la protagonista de tu vida. ¿Quién, si no, va a serlo?
Merecerá la pena.
Cintia Fernández Ruiz, autora del post
Imagen: Debby Hudson