Aceptación: amar lo que es
“Amar lo que es” es el título de un libro basado según comenta su autora, Byron Katie, en una experiencia personal que tuvo de “despertar” a la realidad y a partir de la cual empezó a realizar un trabajo de indagación sobre las creencias y pensamientos que le permitió aceptar la realidad tal y como se presenta. El libro propone ese trabajo y desde mi punto de vista ayuda a tomar distancia de los pensamientos y eventos mentales tal y como se plantea con algunas técnicas que utilizamos en la Terapia de Aceptación y compromiso, de forma que podamos contemplarlos como lo que en realidad son: ideas, pensamientos, palabras, etc. Y no como lo que dicen ser: hechos reales.
Cuando nos quedamos atrapados en nuestros pensamientos y los vivimos como si estuvieran sucediendo en la realidad, experimentamos sensaciones y reacciones emocionales similares a las que pudiéramos experimentar si el hecho estuviera sucediendo en el presente y realmente. Por ejemplo, Luisa está atascada con los pensamientos de “no voy a poder atender a mi padre enfermo, no lo voy a soportar, me voy a venir abajo…” aunque en la realidad lo está atendiendo y cuidando, lo vive a través del pensamiento como imposible y se siente angustiada. No es lo mismo vivir la vida que pensar la vida.
En este libro la autora comienza su propuesta con cinco principios básicos que resultan muy adecuados para entrenarnos en el difícil arte de la aceptación.
La aceptación es cultivar un estado de apertura y disposición a tomar lo que hay tal y como es. Es la actitud de estar dispuesto a asir lo que se presenta sin tener que intervenir para modificarlo.
HAZ CASO A LA REALIDAD. FÍATE DE LA EXPERIENCIA
Darse cuenta cuando los hechos muestran algo diferente a los pensamientos quizá no parezca demasiado complicado, pero en la vida cotidiana constantemente estamos viendo los hechos a través del filtro de los pensamientos. Nuestra mente está haciendo interpretaciones y no nos damos cuenta que lo hace. Podríamos decir que en muchos casos estamos viendo lo que queremos ver o lo que nuestra mente nos deja ver. La realidad es lo que es. Los pensamientos “dicen” “explican” la realidad.
En lo más básico se trata de responder a la siguiente cuestión ¿Qué observo? Describir los hechos en vez de dejarme embaucar por lo que los pensamientos dicen que está sucediendo. A la mayor parte de las personas nos cuesta aceptar lo que es. Puede haber varios motivos para que esto suceda así:
No nos damos cuenta de los pensamientos. Ni tan siquiera somos conscientes de que lo estoy pasando mal por lo que mi mente está pensando en el momento sobre lo que en realidad está pasando. Por ejemplo, estoy en el aeropuerto para iniciar un viaje, he llegado con tiempo y sin embargo, tengo ansiedad y sensaciones de nerviosismo. Mi mente está diciendo que “voy a perder el avión”, “no me van a dejar embarcar porque no están bien todos los documentos”, etc. Tomamos por realidad el contenido del pensamiento.
Confundimos “razonar” “explicar” y “justificar” (estrategias de lucha contra la realidad de lo que es) con cambio, control y lucha. Estamos acostumbrados a luchar para cambiar las cosas. Luchar significa para la mayor parte de nosotros la estrategia más adecuada para hacer un cambio, y lo es en diferentes ocasiones. Luchar significa cambiar, eliminar, controlar algo, forzarlo hasta el punto de modificarlo, corregirlo, restituirlo y cambiarlo. Luchar supone hacer algo y en esto nos empeñamos: “¿Cómo voy a dejar que piense eso de mí? No debería pensarlo “, “¿Cómo me voy a quedar de brazos cruzados mientras me dan los resultados de las pruebas?” “¿Cómo voy a aceptar que se vaya sin más? son preguntas que formulamos al aire resistiéndonos a la realidad. La alternativa consiste en aceptar lo que es, estar dispuesto a notar la sensación que estoy teniendo, dejar que el otro tenga los pensamientos que tenga, vivir mientras llegan las pruebas. Todo ello solemos tomarlo como actos de “tirar la toalla”, pura resignación de quién no espera ya nada. Sin embargo, esperar el cambio negando lo que es, supone vivir en la fantasía, en la ilusión del “podría” o “debería” del condicional que nos resulta más positivo y nos ofrece el control de las circunstancias, de la incertidumbre de no saber nunca lo que la vida nos depara.
Nos aferramos a lo que creemos que debería pasar y tomamos nuestra creencia como la medida de las cosas. Creemos y queremos que la vida sea como “debería” ser. Si vamos caminando por el monte y encontramos una fuente que no viene en el mapa, creemos a la realidad y entendemos que el mapa no está actualizado o está incompleto. Sin embargo, en muchos momentos la realidad nos muestra un hecho, por ejemplo a Pedro en la practica jamás le han dejado solo y no ha perdido a personas significativas, sin embargo evita expresar sus opiniones para evitar el miedo a que le den la espalda o no le quieran las personas que le importan. Pedro se empeña en hacer caso al mapa (pensamiento) en vez de al camino.
No aceptamos que las cosas son como son: “¿Cómo va a ser eso así? Imposible. No debería ser así” “No puede ser así” Creemos que tenemos ese tipo de control sobre las cosas que la vida nos va trayendo. Que podemos elegir lo que la vida nos trae. Y sin embargo, “las circunstancias te ofrecen el día”. Una mañana despertamos temprano para iniciar la ruta que teníamos prevista… al mirar por la ventana vimos el paisaje que el día anterior era verde y montañoso, completamente blanco. Durante la noche había caído una nevada de varios centímetros y lo había cubierto todo con un manto blanco. Seguía nevando y las previsiones no eran buenas. El viento soplaba del norte y el frío se metía por todos los rincones del cuerpo a pesar de la ropa que llevábamos. La persona que llevaba la marcha después de mirar al horizonte varías veces, repasar mentalmente el recorrido previsto y analizar las previsiones decidió cambiar el itinerario. “Las condiciones te las ofrece el día” le escuché decir. No podremos hacer el primer pico que estaba previsto pero vamos a intentar bajar al pueblo por otro camino, si la situación empeora nos damos la vuelta y regresamos por la pista. Tras esa decisión nos pusimos en marcha y pudimos hacer una ruta alternativa. No estaba prevista pero igualmente disfrutamos de un día de montaña, incluso al mediodía aparecieron unos rayos de sol que nos dieron una pequeña tregua del frío y la ventisca para comer el bocadillo. Caminamos durante 7 u 8 horas y llegamos al albergue como estaba previsto. En este caso la persona que tenía la responsabilidad de tomar las decisiones se guió por las circunstancias que el día nos ofrecía. En la vida no solemos actuar así y nos quedamos atrapados en las creencias y pensamientos de “lo que el día debería ofrecernos”, y como el paisaje está blanco en vez de verde, y como nieva en lugar de hacer sol, nos quedamos peleados con la realidad. Nos atascamos. Dejamos pasar el tiempo. Esperamos un milagro. O nos cabreamos y lamentamos de nuestra mala suerte sintiéndonos victimas de las circunstancias.
Los pensamientos “Debería” constituyen las gafas con las que nos gustaría o nos apetecería ver el mundo. Las gafas que creemos verdaderas. Las gafas que constituyen una “realidad paralela” en la que habitamos la mayor parte de nuestra vida.
“Podemos saber que la realidad está bien tal y como es porque cuando discutimos con ella, sentimos tensión y frustración”
SOLO PODEMOS CAMBIAR LO QUE ESTÁ EN NUESTRA MANO CAMBIAR. SOLO PODEMOS CAMBIARNOS A NOSOTROS MISMOS.
Si hacemos una lista de nuestras tensiones y momentos de malestar cotidianos probablemente encontraremos que estamos ocupándonos de lo que otras personas piensan, quieren, hacen o les pasa. La madre que se preocupa porque su hijo adolescente no estudia y va a suspender el curso, el padre que tiene miedo de que su hijo se equivoque con la decisión que va a tomar, la pareja empeñada en que su compañero se de más a valer y le pida un cambio a su jefe, la pareja que no soporta que su compañera pregunte a sus amigas su opinión para tomar sus decisiones, la amiga que quiere que su grupo vea las cosas de otra forma… y miles de posibilidades más en las que nos estamos ocupando de lo que les sucede a los otros o de lo que queremos que los otros hagan para estar bien nosotros.
..buena parte de nuestras tensiones proviene de vivir mentalmente fuera de nuestros asuntos..
..si tú estás viviendo tu vida y yo estoy viviendo mentalmente tu vida, quien está aquí viviendo la mía? Ocuparme mentalmente de tus asuntos me impide estar presente en los míos
APRENDE A OBSERVAR LOS PENSAMIENTOS. TOMA LOS PENSAMIENTOS COMO IDEAS, HIPÓTESIS O POSIBILIDADES NO COMO LA REALIDAD
“Un pensamiento resulta inofensivo a menos que nos lo creamos” Dejarse atrapar por un pensamiento, es decir quedarnos dándole vueltas, preguntándonos si es verdad o no, dándole importancia como si se tratara de una verdad revelada, es tomarlo como una verdad, un consejo o una información absolutamente fiable que hay que tener en cuenta. El pensamiento nos atrapa (perdemos perspectiva) cuando lo tomamos como una verdad. Hasta que no tomamos consciencia de que los pensamientos son libres, emergen en la conciencia como ideas, explicaciones de la realidad, posibles soluciones o posibilidades, no podemos tomar distancia de los mismos.
Cuántas veces escucho ..yo soy así.. yo soy nerviosa..yo soy temerosa.. la persona que se expresa de esta forma confunde la esencia, lo que ES, con lo accesorio, las características, roles, emociones, pensamientos, sensaciones, creencias… que tiene.. En realidad no podemos decir que pensamos sino que tenemos pensamientos o nos vienen pensamientos. Para decir que pensamos tendríamos que querer y poder pensar en cada momento lo que estamos pensando. Más bien podríamos decir que los pensamientos nos tienen a nosotros. Los pensamientos son automatismos, surgen de forma libre, cuando quieren surgir sin que yo haya hecho nada para que eso suceda. Byron pone el ejemplo de la respiración ¿Quien respira? No podemos decir que yo estoy respirando, mi cuerpo respira, yo no hago nada para respirar, puedo notar que respiro. Puedo momentáneamente tomar las riendas de la respiración y hacerla más lenta y profunda, de la misma forma que puedo tratar de recordar algo o pensar algo en un momento dado, pero al cabo de un tiempo, la respiración como el pensamiento vuelven a tomar las riendas y suceden automáticamente. Como dice Byron los pensamientos no son perjudiciales hasta que nos apegamos a ellos como si fueran verdad.
TOMA CONCIENCIA DE TUS HISTORIAS
“Historia”, pensamiento o secuencia de pensamientos que tenemos el convencimiento de que son reales. Una historia puede ser sobre el pasado, presente o futuro, sobre cómo deberían ser las cosas, cómo podrían ser o por qué son como son… las historias son teorías que no han sido probadas ni investigadas y que nos explican el significado de estas cosas
BUSCA EL PENSAMIENTO QUE ESTÁ DETRÁS DEL SUFRIMIENTO
Con frecuencia el sentimiento, emoción o sensación desagradable o estresante que experimentamos tiene relación con un pensamiento en la cabeza y el grado de fusión que tengamos con ese pensamiento. Si el pensamiento nos lo creemos y lo tomamos como una verdad experimentaremos sensaciones físicas y emociones desagradables. Un pensamiento de futuro, miedo a…. puede hacerme sentir nerviosismo, intranquilidad, taquicardia, etc., como si ya estuviera dándose esa realidad. Solemos experimentar primero la sensación, emoción y eso puede ser una señal para darnos cuenta a qué estamos reaccionando, a la realidad de los hechos o a la realidad de la mente.
“Desear que la realidad sea diferente de lo que es, es un deseo imposible de satisfacer…. es como pasarte la vida tratando de enseñar a ladrar a un gato” Byron Katie