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El aprendizaje frente al mito del talento

Imagínate a un duendecillo, una hada, bruja, genio de la lámpara o el ser mágico que tú prefieras delante de ti. «¿Talento o constancia?», te pregunta, y tienes que elegir.

Venga, mójate. ¿Qué escoges: tener talento o ser constante?

Muchos optarán por el talento (llámalo talento, don o ese algo con el que nacen algunas personas). Hasta hace no tanto, yo misma te habría respondido eso. Pensaba que era la característica más importante que necesitaba cualquiera para ser lo que quisiese ser: escritora, cocinera, ilustradora… Que, con nacer con talento lo tenía todo. 

Pero después comencé a leer sobre escritura y abrí los ojos. Me apunté a un curso online y a otro presencial, impartidos por escritores con amplia trayectoria, y ambos coincidieron en lo mismo: la constancia es fundamental para conseguir tu objetivo y, sobre todo, más importante que el talento.

Y, ¡ojo!, todo esto que te cuento se puede aplicar casi a cualquier actividad o faceta: escribir novelas, desarrollar habilidades sociales (ser más asertivo, por ejemplo; saber llevar una conversación con desconocidos, etc.), preparar pasteles, dibujar a carboncillo, hablar en público, hacer cálculo mental…

El talento ayuda, eso está claro, pero de poco te sirve ser un virtuoso de las letras (por seguir con el ejemplo de la escritura) si no tienes una disciplina para trabajar día a día, para organizarte, para terminar lo que empiezas

Así que, eso: constancia. Perseverancia. Practicar un poco cada día. Empezar con metas pequeñas: «Hoy voy a escribir 50 palabras» y escribirlas; «Hoy voy a pensar 5 temas de conversación» y pensarlos; «Hoy voy a meditar durante 10 minutos» y meditar. Y al día siguiente también, y al siguiente. Y al siguiente. Y, poco a poco, aumentar esa cantidad de palabras, de temas de conversación, de minutos. Y seguir y seguir y seguir.

¡Y seguir!

Ilustración de Sarah Andersen

—¿Cómo dibujas tan bien? —Práctica. —Debe de ser un don innato… un don de Dios… —Es práctica. —Nunca entenderé cómo algunas personas son tan talentosas… Un misterio… —Práctica.

Según explica el escritor Carlos del Río en La aventura de ser escritor (que, repito, se puede aplicar a otras actividades o disciplinas), existen cuatro fases de aprendizaje:

  1. Incompetencia inconsciente: es lo que sucede antes de que empieces a aprender. En esta primera fase ni siquiera sabemos qué es lo que tenemos que aprender.
  2. Incompetencia consciente: empezamos a aprender X y nos damos cuenta de todo lo que hace falta aprender.
  3. Competencia consciente: ya llevamos un tiempo aprendiendo, pero todavía somos conscientes de seguir un proceso, es decir, tenemos que pensar paso a paso lo que tenemos que hacer.
  4. Competencia inconsciente: hemos interiorizado y automatizado el proceso y no tenemos que pensar, nos dejamos llevar por lo aprendido.

Escribir, meditar, dibujar, ser asertivo, cocinar, hablar en público, etc., son habilidades y, por tanto, se puede trabajar en ellas, aprender y mejorar.

Por eso es fundamental que te formes, que busques información, que tengas una base sobre la que comenzar a trabajar y que continúes aprendiendo todo el tiempo. Pero recuerda también esforzarte en ello a tope, ser constante y no rendirte. Suena a filosofía barata, lo sé, pero funciona.

Y no esperes a que te llegue esa inspiración o motivación mágicas que ni mucho menos vas a sentir todos los días. Oh, la dichosa inspiración. Esperar a estar inspirado es una excusa para retrasar lo que, en realidad, debes hacer: cocinar, meditar, dibujar… Y da miedo. Te confieso que yo también era de las que pensaba: «Oh, me encantaría ser escritora», pero me daba un miedo horrible empezar y ponerme a ello. Y entonces todo se quedaba en mi cabeza y no conseguía nada.

(De ahí la idea de comenzar con pequeñas metas diarias).

Dicho así parece una tontería, algo lógico («si quieres escribir, escribe»), pero a veces nos perdemos demasiado en la teoría, o en idealizar eso que queremos, o en el miedo al fracaso, y no hacemos lo más importante, ya sea escribir, patinar o entrenar a tu perro.

¿Que quieres dibujar? ¡Pues tienes que dibujar! Olvídate del talento, de las musas, de la inspiración, y trabaja cada día para conseguirlo.

El truco final para conseguir casi cualquier cosa es hacer. Hacer, hacer, hacer.

«La persistencia no es, precisamente, una cualidad que destaque por su hechizo. Si el genio está compuesto de un 1 por 100 de inspiración y un 99 por 100 de transpiración, lo cierto es que nuestra cultura tiende a endiosar al 1 por 100, fascinada por su fulgor pasajero, cuando el poder real subyace en el otro 99 por 100. “No es que sea muy listo —decía de sí mismo un introvertido consumado como Einstein—, sino que persevero más ante un problema”». El poder de los introvertidos en un mundo incapaz de callarse», de Susan Cain)

 

Cintia Fernández Ruiz, autora del post
Imágenes: Sol (cabecera) y Sarah Andersen (cómic)